top of page
Foto del escritorCarlos Irasola

Los Cazadores

Ella venía corriendo con el diario en la mano, él sentado a la sombra la esperaba.

- Mirá, mirá, ¿viste esta nota?

- No, Colo, pero ya me contaste por teléfono!!, dijo Martín, (ceño ligeramente fruncido, ojos entrecerrados, como espiándola….)

A ella le daba rabia ese gesto de “siem /pre sa/ ber /de/ que /se tra/ ta”, pero en este caso, podía más el entusiasmo.

- Es muuuy interesante, mirá… viene al caso de lo que venimos hablando, parece que la escribieran para nosotros…

- Ajhá!! Uhmuummm… bueno, veámosla.

Desplegó el diario, sentada en el pasto, las piernas cruzadas. preparándose para la lectura. Mientras tanto, una gota de transpiración rodó por su mejilla y humedeció la página. El dorso de su mano echó hacia atrás el pelo. Encontró entonces la mirada de él, desplazándose de ese lugar irónico (salí de ahí, salí!!!) hacia otros sentimientos, tal vez otros deseos.

- Vení, le dijo luego, sentate acá al lado mío a la sombrita. El sol raja la tierra!

1. Diario Río Negro, 20 de enero de 2013.

Una tumba misteriosa en el cementerio de Clemente Onelli

La pasión de una hija por conocer las circunstancias de la muerte de su padre, ocurrida hace 60 años, la trajo desde Austria a la soledad inmensa de la Línea Sur rionegrina.

Una tumba misteriosa en el pequeño cementerio rural de Clemente Onelli, ….

Una mujer que viaja, sola, desde Austria a la Patagonia para rescatar fragmentos de la historia de su padre y tratar de comprender los silencios de su madre.

Un policía retirado que 60 años más tarde se encuentra, frente a frente, con la hija de aquel hombre cuyo cadáver “NN” vistió con su mejor camisa para darle piadosa sepultura.

La sombra ominosa de los nazis refugiados en nuestro país después de la Segunda Guerra Mundial.

Todo esto reunido en este relato, que comienza el 15 de febrero de 1953, cerca de las 23:15, en el interior de un tren que volvía de Bariloche a Plaza Constitución cuando un pasajero muere de un infarto en el pasillo de uno de los coches dormitorio.

El hombre volvía de unas vacaciones familiares en la cordillera, acompañado por su esposa y sus pequeños hijos, un varón de diez años y una niña de cinco.

Poco después de la súbita muerte, que sorprendió al pasajero en ropa interior, el convoy arribó a la estación de Onelli.

Allí la orden del guarda fue terminante: “Hay que bajar el cuerpo, el tren no se puede detener más de tres minutos”.

En el reducido apeadero se encontraban el jefe ferroviario, el encargado de la estafeta, Selem Chaina, y el responsable del destacamento policial, el agente José María Cumilaf.

Este joven policía se hizo cargo del cuerpo y con la colaboración de otro agente lo trasladó a la modesta dependencia.

Un vecino construyó el cajón y a la mañana siguiente, sin ceremonia alguna, lo sepultaron en el cementerio.

Como no sabían su nombre le colocaron una rústica cruz con la inscripción “NN” y dieron por terminada la tarea.

Unos días después doña Eduarda Hernández de Chaina, responsable del Registro Civil del pueblo, recibió los datos de filiación del occiso: Wilhelm Engelhardt, alemán, nacido el 5 de abril de 1909 en Nüremberg, con domicilio en la calle Dorrego 1910, de la localidad de Olivos, provincia de Buenos Aires.

Con estos datos se extendió el acta de defunción, acompañada con la certificación del médico Jorge Marcelo David que viajaba en el mismo tren y había constatado el fallecimiento “de un infarto de miocardio, en presencia del abajo firmante”……

Se hizo luego la tumba…. desde algún paraje llegaron piedras de coloración rojiza y tal vez de Buenos Aires una placa de chapa, prolijamente grabada, que desde entonces identifican el sitio del descanso final del viajero.

Una mujer rubia, animada por una enorme dosis de curiosidad, llegó hace pocos días a Onelli, en un auto contratado con chofer.

Habló con varios de sus habitantes, incluyendo descendientes de la familia Chaina, para reconstruir datos de los sucesos de aquellos días…

Esa mujer se llama Kristin Engelhardt, voló desde Viena a Bariloche, y finalmente recorrió la Ruta 23 desde la cordillera hacia Viedma, tras los rastros del viaje final de su padre.

Su objetivo es armar las piezas de un doloroso rompecabezas.

“Recién a los 40 años (ahora tiene 65) empecé a preguntarme por la muerte de mi padre, que era un recuerdo borroso, sepultado por el silencio de mi madre”, le contó a este cronista.

“Ella nos dijo que la Marina se iba a ocupar de traer el cuerpo para enterrarlo en Buenos Aires… quedó allá en ese lugar tan alejado, y nunca se habló del tema hasta unos pocos años antes de su muerte, en el 2008…Kristin afirma que su progenitor era ingeniero en radiotelegrafía y tuvo grado militar y afiliación al partido nazi, pero “no era un criminal de guerra”; llegó a la Argentina en 1949, trabajó en la Marina, en la fábrica Siemens (de capitales alemanes), y daba clase en la Universidad de La Plata”.

En Viedma, que fue el punto final de su itinerario la mujer tuvo un emotivo encuentro con el sargento de policía retirado Cumilaf, quien con sus lúcidos 83 años revivió con precisión aquella noche de hace seis décadas y el entierro posterior.

“El hombre estaba con el torso desnudo y pensé que así no lo podíamos meter en el ataúd, entonces le puse una camisa blanca, de seda, …. porque me pareció que era lo mínimo que podía hacer por el difunto”, recordó con respetuosa memoria..

2. Ellos sabían que la estepa está llena de leyendas, y de apariciones. Junto al fogón, siempre. De noche, cuando el fuego se astilla con ruidos, mientras las llamas dibujan curiosas formas, es fácil creer que es cierto. Cuando el que narra sabe manejar los tiempos y puede hacer que los silencios se abran camino entre medio de las palabras, entonces puede aparecer el miedo, que solo se diluye un poco, apretándose los cuerpos en torno al fuego.

Martín y Kati creían en las almas en pena. Por eso se animaron a clasificar. Así separaron las leyendas. Estaban convencidos que esas apariciones ocurrían, pero eran el resultado de una creencia. Al creer que existían, la gente las creaba. El jinete en el caballo negro con emprendado de plata, era un ejemplo. Había muchos otros, como los animales del agua, seres que anunciaban buen tiempo, o el “cuero”, entidad maligna que podía atrapar personas y llevárselas a la profundidad de los pantanos. Una larga lista de apariciones se referían a símbolos del diablo, habitantes de las salamancas, con sombreros de punta, y “salamanqueros” que podían jugar a las cartas con Él, pero si perdían debían entregarle una vida. Sin embargo, descartando todas esas, quedaban algunas. Seres callados o ruidosos, llorones o rientes. ¿penaban? ¿porqué? Personas insepultas, asesinos, asesinados… Tal vez una constante tenía que ver con la violencia… la vida arrancada de cuajo…

3. Martín. Rulitos, le decían en la escuela, por razones que uno podría comprender al mirarlo, acentuadas tal vez por esa manía de rascarse la cabeza, al tiempo que ponía la cara de pensar. Ponía cara, pero también pensaba. Por eso le quedaban lindos los anteojos, y ese aire intelectual, que cultivaba de modo levemente indolente, dejando tal vez traslucir un mundo interior que los demás, sobre todo las mujeres, sospechaban más profundo de lo que él mismo sabía de sí. Algunas veces, le gustaba usar el sobretodo que había sido de su abuelo, negro, con las solapas levantadas, y en ese caso su mirada, detrás de la oscuridad de sus pestañas, se volvía melancólica.

Ahora cambia el gesto. Su mano izquierda contiene su mentón, y su mirada brilla, mientras piensa.

- No, no creo.

- Sin embargo – le contesta Katy – deberíamos considerarlo como hipótesis.

- Tendríamos que tomar los temas con seriedad.

- De una. Pero decime ¿por qué pensás que no?

- Es que es como delirante, ( es como de li ran te) dijo deletreando), que esa vieja historia del tren, se vincule con esa otra del tipo sacándose la cabeza a modo de saludo!!, es medio bizarro, vieja leyenda de pueblo, en el mejor de los casos….

- El gringo!!... Ummmm…. No sé, hay unas cuantas coincidencias que estaría bueno explorar, dijo Katy, mientras con el dorso de la mano derecha, echaba hacia atrás la maraña roja de su pelo. Su gesto.

- Bien… Veamos entonces… Lo primero es comprobar si efectivamente ese fantasma, o lo que sea, de veras existe. Es más aún, si la historia que imaginás fuera cierta, y nuestras hipótesis sobre fantasmas también, entonces esta visita de su hija podría determinar el fin de su penar.

- ¿en qué estás pensando?

- Pienso nomás, dijo, con la cabeza un poco de lado apoyada en su mano derecha, mirándola, mientras con la izquierda se rascaba los rulos.

-

4. Entonces, La Clotilde, propuso Kati, con ese modo suyo de mirar, fijo a los ojos, pero con los de ella moviéndose en una especie de baile involuntario, que ponían en discusión la pretendida seguridad de su decir.

- Capazmente, dijo Martín, con su clásico tono, ligeramente burlón.

- Aparece siempre en la misma zona… todos dicen “quien es”… es una mujer de piel blanca que sangra por las heridas recibidas, a cuchillo. Parece tener cierta regularidad.. ¿algo que ver con los ciclos de la luna.?

- O con sus propios ciclos…. Fita Miche Abajo. (serio, como solvente). “ Tiene ventajas y desventajas, como toda cosa”. (al decirlo levantó los hombros con ese modo de él entre enigmático y preciso). “ La muerta murió hace muchos años, por los 40. No han de quedar testimonios muy creíbles. Eso también puede ser una ventaja, porque quienes opinen no tendrán el condicionamiento de personas cercanas de quien cuidarse o a quien proteger….”

- Para los fantasmas el tiempo no parece importar, simplemente penan y así siguen por la eternidad, salvo, que hagamos algo y que acertemos en el intento. ¿qué tenemos para perder?

- No sé, tal vez nuestro entusiasmo, no es poco. Pero por otra parte podemos asumir que equivocarnos no sería un problema, sino algo sumamente posible, en tanto somos apenas aficionados …

- No te pongas tan serio, me gusta cuando te salís un poco del personaje. Salite Martín, sos un pibe hermoso!!!

La mirada de él, pasó de cierto asombro a la ternura, y luego a su refugio de ojos entornados y leve languidez. Ella, en cambio, chispeaba entera.

5. El juego se hizo trabajo y el trabajo obsesión, al menos para Martín, porque la Colo todavía jugaba. La investigación duró un par de meses. Consiguieron en la comisaría ver las actuaciones: “la occisa” se llamaba Clotilde Noseda. Los interrogados, incluyendo a Lorenzo Virasoro, su marido. peones y vecinos, nada sabían, o nada decían. En el cauce seco de un arroyo encontraron el arma homicida, un facón de cabo de plata. Luego se había elevado todo a un juez, que nunca dictaminó nada.

En la visita al paraje no vieron al fantasma, pero los testimonios resultaban abrumadores, y tenían además un grado muy alto de coincidencia, manaba sangre abundante de su cuerpo, brillante con la luna llena. (¿los fantasmas prefieren la luna llena? ¿ o es Clotilde?)… Desnudez con luna. Su rostro no tenía expresión. Algunos decían que no tenía rostro, en cambio su pelo era rubio y llegaba hasta su cintura. Se podría decir que las descripciones coincidían en la armonía de su cuerpo y el contraste con sus heridas. Sólo estaba allí, algunos segundos, y luego se esfumaba, aunque algunas veces podía volver a aparecer. Siempre en la misma zona, conocida como la tapera de Lorenzo, cerca de unos sauces y el brocal de un pozo.

Si en la descripción había coincidencias, no las había tantas en las razones de su muerte. Había sido la mujer del tal Lorenzo, que en aquellos años tenía en la zona un establecimiento ganadero, llamado “El Cencerro”. Vino con el hombre luego de un viaje de este por la provincia de Santa Fé. Luego todo se volvía confuso y lleno de impresiones personales.

Subjetivismos, dijo Martín, todos se la saben, agregó Katy.

Eran por lo tanto escasos los avances, hasta que un hecho casual echó luz. Clodomiro, nieto de Lorenzo, estaba pasando unos días en la zona, y enterado de la investigación, realizó un aporte sorprendente. Era una carta escrita por Clotilde, dirigida a una prima de Rufino, fechada en Fita Miche Abajo, el 18 de enero de 1941, es decir apenas 15 días antes de su muerte. Nunca había sido enviada. La encontró dentro de un libro que perteneció a Clotilde…. “Lo mejor de la poesía latinoamericana”….

El libro había llegado a sus manos en una caja con otros objetos, entre las cosas que fueron de su madre.

Clodomiro (formal, amable) les entregó una copia (no se ninguna cosa más, les dijo, escueto) y deseándoles suerte se fue. Y ellos se quedaron sabiendo que tenían en las manos un tesoro.

6. Fita Miche Abajo, 18 de enero de 1941.” Mi querida Delfina. (letra algo apretada, y con mayúsculas que hacen giros arabescos). Vos te acordarás muy bien cómo me emocionaban las luciérnagas en las noches húmedas de los veranos. Ya no. No le encuentro nada de sentido a las cosas. Tal vez sí al principio, solía ir hasta donde brota el manantial que alimenta un arroyito, y allí sentía alguna paz, murmullo de agua, patos zambullidores, llevaba mi libro de poemas… Pero enseguida todo fue muy distinto a lo que esperaba. Cruel. podría decirte. Lorenzo toma, se alcoholiza, y entonces …. No sé, como contarte tanto dolor que siento, vos sabrás entender si expreso poco. Ni siquiera sé si podré algún día mandar esta carta, pero escribirte me hace bien, es como si estuviera hablando con vos, prima, amiga, que siempre me entendiste… El miedo… Es algo que nunca había sentido, me basta saber que está por volver, presentir su llegada. Luego, la puerta abriéndose, … es como la puerta del infierno!. Pensar que la última vez que nos vimos, Delfina, hace ya dos años!!! estaba yo tan feliz, tan llena de ilusiones. Esto es muy lejos de todo, muy aislado, una sola vez me llevó al pueblo….hay muchas cosas que hace…no se bien … anda armado … ¿El “establecimiento”? te preguntarás vos… hay cerros bajos, matas que llaman coirones, y neneos, florecen en esta época, eso también era lindo al principio. En las tardes de verano el sol parecía explotar atrás de los cerros, al poniente, y se despedazaba después en muchos colores … La inmensidad, luego, el cielo profundo, estrellado…. ya no puedo sentirlo aunque quisiera, esta soledad ya no es amiga. Hay ovejas, de eso se trata, de trabajar con ellas, de esquilar su lana. Hay un galpón donde se esquila, vienen allí otras personas y todo se vuelve más animado cuando ocurre, porque a la noche, junto a fogones, cuentas historias y tocan la guitarra. Pero ni eso puedo disfrutar porque me cela furiosamente.

Te cuento amiga, me animo, aunque me pueda costar la vida, que alguna razón le he dado, pero eso fue después de tantas otras razones. El había hecho un viaje al pueblo a llevar lana que le llama “de acopio” que le compra a vecinos, no me quiso llevar. Moncho es un peón, joven, había podido ver fugazmente su mirada intensa, cruzándome los ojos. Nos encontramos en el galpón de esquila, entre los fardos de alfalfa. Me sentí deseada, encontré mis temblores entre la aspereza de sus manos que supieron acariciarme, me sentí mujer, un rato. Dos ratos. Dos encuentros.

Se comprometió a ayudarme, pero no nos pudimos ver más, es peligroso, dijo,. muy peligroso…

Y ahora, Delfina, viene lo terrible, creo, estoy casi segura que estoy embarazada de él.

No sé qué hacer, nada puedo hacer. Tal vez pronto todo termine. Debo dejar de escribir ahora, siento su caballo afuera, el hombre ha llegado…

Terminó la lectura Katy, y la hoja temblaba en sus manos.- ¿qué hacemos ahora? (se le apretaba el entrecejo por encima de los ojos, el labio superior mordía un poco al de abajo en gesto de pensar) – hay que hacerla pública, se tiene que conocer , es el modo de encontrarle razones a lo que pasó, …, - ¿y qué pasó? – ¿que te parece? La mató Lorenzo!!, o la mandó matar, no sabemos. Pero es su palabra, y Lorenzo no zafa!! – palabra de fantasma!!!, dijo la Colo como para destrabar tanta tensión. Palabra de “occisa”, agregó Martín. Y los dos se rieron, cautos al principio, a carcajadas luego, contagiados.

7. La carta se publicó en el periódico “Jornal de la estepa” de Ingeniero Jacobacci. El “Rio Negro” se hizo presente con un breve comentario. Fue suficiente, durante varios días todos hablaron del caso. - ¿ahora, dejará de penar?

- – No lo se Colo, … creo que pudimos lograr que se haga justicia, la poca que cabe hacerse luego de tantos años…

- - ¿deberíamos dar seguimiento, saber si continúan las apariciones?

- – sí, esperemos la luna llena!

- Martín, la próxima luna llena quisiera estar en Clemente Onelli.

- ¿el gringo?

- Sí, claro!!

-

8. Bajaron las mochilas en la “fonda del turco”, esa tarde de marzo. Pensaban pasar allí toda la luna. El plan: de día buscar testimonios, de noche visitar el cementerio. Martín acomodó las cosas de ambos en la pieza, en el piso de madera, mientras la Colo, divertida, saltaba una y otra vez sobre el colchón de resortes de una de las camas. La lámpara que colgaba del techo de tirantes y ladrillos echaba una luz difusa, que se colaba entre las hendijas de una suerte de biombo , que separaba una cama turca de la otra. Un viejo baúl servía de mesa. ¿Qué guardarán allí? No se puede saber, tiene candado…. Salieron luego a caminar, cruzaron la vía, se acercaron al cementerio, lo miraron con respeto. – ¿entramos? – mejor luego, contestó Katy con aire circunspecto. Por fuera una cerca de alambre lo rodeaba. Se destacaba una tumba, tipo panteón, descascarada, y luego varias hileras de cruces, incluyendo algunas construcciones de piedra o de ladrillo. Brillo de los últimos rayos del sol rebotando sobre metal, indicaban la certeza de alguna placa.

Los testigos coincidían. Al menos cinco personas aseguraban haberlo visto. Describían a una persona de aspecto real, vestida con un sobretodo gris pizarra y un sombrero. Su cara brillaba y era roja, . A uno, al verlo le entraban ganas de saludarlo, entonces, él, que pasaba caminando, se detenía y a modo de saludo en lugar del sombrero se sacaba la cabeza.

A la mañana siguiente entraron al cementerio y fueron a la tumba. Era una construcción de piedras rojas, y una placa con el nombre y la fecha de la muerte…

Luego, las noches eran con fueguito, en el breve faldeo que va de la ruta hasta la entrada del cementerio, sin que nada pasara, salvo la charla entretenida de los amigos.

En cambio entre los testimonios uno se destacó. Un hombre aseguraba ser el agente de policía que ayudó a Cumilaf ese día. Su modo transmitía confianza, al menos eso pensaron los jóvenes. Dijo que luego de que bajaron el cadáver del tren, se acercó la mujer del muerto, saludó brevemente en un castellano duro, y les entregó una pistola Luger, pidiéndole que lo entierren con ella. Dijo algo así: .. “no sabría que hacer con el arma.” Luego sin más palabras se fue..

La última noche depararía una sorpresa. Estaban apagando el fuego para irse, era de madrugada. La luna alumbraba redonda, cuando lo vieron. Era un hombre corpulento. Estaba simplemente parado, a pocos metros. Por encima del cuello del sobretodo, la cara, tan redonda como la luna, y una mancha escarlata en la mejilla. Kati se apretó contra Martín, que la tomó del brazo. Luego, recordando la consigna lo saludó,- buenas noches amigo. El hombre se llevó la mano a la cabeza, pero sólo se sacó el sombrero. Cuando se iban yendo, a unos cien metros de distancia, cruzando ya la vía, se volvieron para volverlo a ver y allí estaba parado en el mismo lugar. Fue entonces que en nuevo gesto de saludo, se sacó la cabeza.

9. Los días siguientes fueron de intenso debate. Preguntas, preguntas, preguntas ¿si el gringo es el nazi? ¿porqué la visita de la hija, no fue suficiente para curar su pena? ¿ la dureza de su mujer que allí lo dejó, en la nada…. Su dolor… ¿no se alivió con este reencuentro? Luego, quedaban dos posibilidades: o no se trata del fantasma del alemán, o pena por otros motivos… si es así ¿cuáles? Tal vez…. Tal vez. Eso de la Luger, enterrada con él… ¿podría ser una clave? Si sigue penando, habrá que concluir que su muerte fue violenta, por asesinato, o por suicidio. Puede que contrariamente a los dichos de su hija fuera un criminal de guerra…. muchos de los alemanes venidos en esa época fueron jerarcas del régimen nazi… Bariloche, fue un lugar de destino, Priebke, el de las fosas Adreatinas…. ¿a qué vino W a Bariloche? … ¿de vacaciones? .. no parece…. Por otra parte vivía en Olivos, donde también vivía Adolf Eichmann, que unos años después fue secuestrado por un comando judío, (Rulo hacía gala de sus conocimientos acerca de los Nazis) … y luego de un juicio ahorcado en Israel… (lo “gugleé”, agregó la Colo) es como medio increíble, Eichman, lo dice Wikipedia, vivía en la calle Chacabuco al 600. de Olivos, W en Dorrego al 1900, también de Olivos!! a unas 6 cuadras.. ¿ es casualidad?), … no sólo eso, ambos entraron al país en 1949!! ¿vinieron juntos? …. … Los nazis en Argentina continuaban la cadena de mandos. El oficial de mayor rango era obviamente Eichman, teniente coronel, era por lo tanto quien definía. No sabemos el rango militar de W, sólo su función “telegrafista con rango militar” …. mientras que Priebke que vivía en Bariloche, era un teniente de la SS… ¿por qué W andaba armado?, ¿temía un secuestro?.... ¿o al revés llevaba el arma para defenderse de sus ex compañeros, en tanto disentía con los mismos? Una más el médico que certifica la muerte es de apellido David, es decir de origen judío… Complejito!!!! Pero entonces… ¿qué es lo que necesita ahora para dejar de penar? ¿¿qué???

-¿eh?? Dijo la Colo.

- umm dijo Martín. A Bariloche, supongamos que no vino de vacaciones, vino a ver amigos, jerarcas nazis. Probablemente tenía una misión.

… ¿que más? Que más? ,… técnico en telegrafía y comunicación, docente universitario… Eichmann también entró como técnico…. 1953… ya los comandos judíos tenían ubicado a Eichmann, y controlado… postergaron la operación secuestro, por razones políticas….

- ¿Perón?...

- Ponele, pero no sería raro que hayan decidido eliminar colaboradores cercanos, como modo de restringir sus posibilidades de moverse…. ¿lo mataron entonces? … ponele..

…Otra: Nuremberg, donde nació W fue el lugar donde se hizo el famoso juicio a los jerarcas del régimen, entre el fin de la guerra y el 46, eso me lo contaste vos, ¿Dónde estaba W en esos años?.....

- Se suicidó. es un asesino, pena porque le dolió haber hecho todo eso.

- Creo que lo mató la mujer. Lo envenenó. Por eso pena.

- el médico dijo infarto.

- ¿el médico? ¿¿En tres minutos que el tren se detuvo?? … Eso fue sólo una formalidad, algo tenía que decir… ¡se murió en su presencia!!!. Por favor!!!. Es más, no habría que descartar que el médico lo haya asesinado.

- bueno, ¿qué hacemos entonces?

- escribamos dos relatos posibles… luego, veamos...

- ¿uno cada uno?

- dale

10. Relato 1. Martín W se suicida.

Sentado en el baño del tren el hombre llora, sucias de vómito sus manos tapan la cara, quieren secar las lágrimas que se escurren de todos modos entre los dedos, y copiosas continúan camino a sus rodillas. Sus hombros se doblan, todo su cuerpo se inclina y su cara casi toca sus piernas en un ovillo de dolor. Sólo sabe que no pudo cumplir la orden. Debía comunicar a P. en Bariloche, de parte de su jefe, la realización de un cónclave judío que se realizaría en el hotel Llao Llao. Eso no era todo, había memorizado los planos que permitían entrar a los subsuelos del hotel para volar el salón en el que ocurriría tal evento. Se trataba del “ Plan Andinia”, consistía en construir en la Patagonia Argentina/chilena un nuevo país, alternativo o complementario al de Israel. Debemos impedirlo!! había ordenado el jefe. Nada de esto llegó nunca a oídos de P., aunque sí se vieron y compartieron una cena. No pudo W.. Era continuar con la misma lógica, era mucho, era demasiado. Sabía muy bien que no podía llegar a Olivos y decir la verdad, menos aún mentir. Estaba condenado. Su último pensamiento, antes de tomar la pastilla de cianuro, camino al camarote, fue para sus hijos.

Relato 2. La Colo. Su mujer lo asesina.

Basta.

No se que misión trajiste, a qué vinimos, pero claramente no fue a pasear.

Te ví, volví a reconocer tus modos. Esa manera tuya de mirar a las personas sin mirarlas. Reconocí mi viejo odio, lo sentí en mi piel. Recordé. Todo era como si el tiempo no hubiera pasado, los mismos gestos, ese modo de mover la boca, la manera de caminar queriendo parecer erguido. Sentí una vez más el olor del miedo, como carne quemada. Tu piel de anfibio.

No, ya no.

Acá, te quedás, parece un buen lugar para tu desalmada soledad.

Relato 3, escrito entre ambos. El médico lo asesina. Contraespionaje. Se que la información es verbal, no puede ser de otra manera. Se a quien se la llevás. Nunca podrás, la orden final no será posible. Igualmente ya cambiamos el lugar. No frenarás al sionismo, se terminó tu tiempo.

Sólo necesito poner en el vaso de agua que pedirás en el bar del tren unas gotas que te descompongan, sólo un poco. Me acerqué al guarda, tengo el camino llano. Irás al baño. Vomitarás. Entonces pedirás un médico, seré el único a bordo. Que pena, no podré hacer nada!!. Feliz viaje.!!

11. Katy está preocupada, - esto se complejiza demasiado!! ¿qué hacemos Martín?

- Mirá Colo, lo que escribimos es ficción, yo creo que no da para publicar tal como hicimos con la carta de Clotilde, esto es distinto.

- ¿ Entonces?

- Lo publicaremos igual, pero en tanto ficción debemos hacer un relato que cambie los nombres, los lugares, y publicarlo en las redes sociales, que circule entre conocidos, amigos. Ellos sabrán entender.

- Está bien eso pero no me parece suficiente…

- ¿Qué proponés?

- Que tal si dejamos un sobre junto a la tumba, con nuestros escritos, así como están, no sé, tengo la sensación que nos aproximamos mucho a la verdad, tanto que me da un poco de miedo…

- Al miedo hay que mirarlo de frente, ¿Qué te parece si esperamos la próxima luna llena, le dejamos la carta y hacemos como la otra vez, vamos todas las noches, a ver que pasa?

- No se si me animo…

- Dale!! Dale!! Tenemos que hacerlo!!!

- Katy hizo un gesto de puchero, que también era de complicidad. Martín acarició su pelo, luego rozó sus labios con los suyos en un beso corto. Ella se encendió como una antorcha.

-

12. Abril. La última noche se quedaron hasta el amanecer, vieron con emoción salir el sol, en el mismo momento en que la luna se ponía en el oeste. A la luna le quedaba todavía una noche, pero pensaron en descansar en la fonda.

Así fue. Ayudó a confirmar la decisión una nevizca fría, y un guiso caliente de lentejas con un poco de vino.

Pero a medianoche Martín sintió que la Colo lo despertaba.

-Vamos, dale, vamos, vamos un rato.

- Pero está nevando!!

- Mejor, más lindo. Te cuento que se despejó, está frío pero sereno. Junté unas ramitas para el fuego!! Vamos!!, tengo el termo con agua caliente!!. Estaba animada y más locuaz que de costumbre, repetía una y otra vez “su gesto”.

Un rato más tarde la luna se espejaba sobre la nieve y el fuego dibujaba extrañas cosas. La Colo, sentada, de espaldas al cementerio, cebaba mate.

- Tal vez haya dejado de penar… dijo…. nuestros relatos, alguno de ellos, se acercaron a la verdad que lo atormentaba….

- Ojalá Colo, pero me parece un poco prematuro…

- De todos modos nos van a contar, ¡¡ya dejamos al pueblo en alerta extremo!!

Fue en ese momento que los ojos de Martín no deben haber creído lo que veían, detrás de Katy, la cara roja y el cañón de la luger. No hubo mucho tiempo. Luego de los dos disparos, la pistola se dirigió a él, que un segundo más tarde se vio, ahora de afuera, su cuerpo quieto, su propia sangre contrastando contra el blanco de la nieve. Tal vez a penar nosotros ahora, pensó, y el pensamiento le hubiera dado risa si estuviera vivo.

O despierto.

9 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Campos Morfogenéticos.

Es como un hervor oscuro o una gelatina que late. Más oscuro todavía que el túnel en el que ocurre ese movimiento. Extraña mezcla de...

La Dulce Nostalgia del Mar

Habrá que engrasar de nuevo el ruleman del molino. Está ruidoso. Acá crece el trigo. Pero el viento es, algunos días el dueño de la...

Paralelo 42

- Quiero hablar con vos, pibe. - ¿Conmigo? Contesta el Pocho, algo sorprendido, saliendo de la fosa con el mameluco lleno de grasa, una...

Comentários


bottom of page